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18 de septiembre de 2012

Podemos encuadrar su nacimiento en Úbeda en la primera mitad del XV, perteneciente a una familia de la nobleza menor. Su carrera junto al rey comienza con un viaje del mismo a tierras ubetenses y aunque llega a la corte castellana como paje su ascenso fue rápido, por las buenas relaciones con el monarca.

Llegando a ser uno de los personajes más importantes de su tiempo, por ser valido de Enrique IV de Castilla. Obteniendo importantes mercedes, como el Condado de Ledesma, el Gran Maestrazgo de la Orden de Santiago, el Condado de Huelma y finalmente el Ducado de Alburquerque, convirtiéndose en el tronco de una de las familias aristocráticas más importantes de España.

A este rápido ascenso se sumo su matrimonio con Mencia de Mendoza, hija de Diego de Mendoza, marques de Santillana. Como dote de boda, se le entregó la fortaleza de Huelma, la cual cedió a su padre, Diego Fernández de la Cueva, con el título de vizcondado, aunque con la condición de que a la muerte de éste pasase de nuevo a Beltrán.

Esta fulgurante carrera, desató las envidias y rencores de numerosos cortesanos y nobles. Con el fin de desacreditarlo políticamente, comenzaron a difundirse rumores sobre supuestas aventuras de Beltrán de la Cueva con la reina Juana e incluso llegó a asegurarse que la princesa, no era hija del rey (al que se juzgaba impotente), sino del propio Beltrán. Por esta razón, en el futuro se comenzaría a apodar a la heredera al trono como Juana la Beltraneja. Los ataques al privado y al monarca, Enrique IV, determinaron que este último tuviese que aceptar las condiciones impuestas por la nobleza rebelde: desposeer del cargo de maestre a Beltrán de la Cueva y su expulsión de la corte.
La expulsión de la corte fue breve, pues Enrique IV pronto lo llamó a su lado al proseguir las revueltas de la nobleza descontenta. Se puso del lado del rey en la llamada Farsa de Ávila (conjura en la que destacados nobles que simbolizaron el destronamiento de Enrique IV, proclamando rey al hermano de éste, el infante Alfonso.

Tras la muerte del joven infante Alfonso, la nobleza rebelde a Enrique IV prosiguió el enfrentamiento, esta vez respaldando el ascenso al trono de la hermanastra de Enrique IV, Isabel, y desplazando de la sucesión, por lo tanto, a la infanta Juana. Contra lo que pudiera imaginarse, Beltrán de la Cueva nunca tomó partido por su supuesta hija durante la Guerra de Sucesión Castellana que enfrentó a Juana con su tía Isabel. Al contrario, combatió en las filas isabelinas durante varios años. Murió el día de Todos los Santos de 1492 en su castillo de Cuellar.

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